Hace más de 40 años, Julio Ricardo Villa lucía una melena característica y brillaba en el fútbol tucumano. Tuvo un breve paso por San Martín, pero su mejor momento en Tucumán lo vivió en Atlético Tucumán, en donde los hinchas le decían “Dios” debido a su look, que también incluía una barba que se parecía mucho a la imagen de Jesús. Varias décadas después, el otrora volante se instaló en Roque Pérez, una pequeña localidad de Buenos Aires. En ese lugar disfruta del cariño de sus amigos y sus familiares, y desde allí atendió a LA GACETA para realizar un repaso de su vida y de su carrera.
- ¿Qué es de la vida de Julio Ricardo Villa?
- Vivo en el campo junto a mi familia. Paso la mayor parte del tiempo aquí; sostengo eso que dije alguna vez que si no fuera por mi Roque Pérez querido, me gustaría vivir en Tucumán. Fue una vida soñada la que llevaba allí. Creo que me podría haber afincado allí porque tengo muchos amigos a los que me gustaría verlos más seguido. Sin embargo, la distancia hacen todo complicado.
- ¿Cómo encontraste el club cuando viniste en 2017?
- Espectacular. El hincha es lo más fiel que conozco, no se olvida de mi paso. Están todo el día pendiente de mi actualidad y de mi pasado. Me hicieron sentir muy bien. En esa época habían muchos tucumanos en el plantel y éramos pocos los que íbamos desde afuera. El club tenía una base muy importante en sus inferiores. No lo sé, pero es probable que hoy haya más foráneos que tucumanos, y eso le quita un poco de identidad. Lo digo con respeto y opinando lo que pienso.
- Pese al paso del tiempo, tu recuerdo sigue vigente…
- El respeto que conseguí en Atlético me llena de orgullo. No puedo creer que después de 40 años la gente me tenga tan presente. Creo que encontré mi lugar futbolístico en el mundo con los talentosos de los Espeche, Solórzano, “Kila” Castro, Palomba; jugadores muy importantes para el club. Soy un privilegiado porque tuve la oportunidad de compartir con ellos. Atlético me abrió la puerta grande del fútbol, por eso que el club haya obtenido un beneficio económico me parece fantástico.
- ¿Qué recordás de ese Tucumán?
- La primera vez que viajé, para ir a San Martín, me dijeron el “tren ‘La Estrella del Norte’ sale de Retiro”, nada más. Yo me fui con un bolsito, viajamos toda la noche, me desperté por Santiago del Estero y parecía que íbamos por el desierto. Había mucho polvo yo pensaba “esto lo vi en las películas”. Fue una experiencia increíble. Me sorprendí cuando vi que Atlético y San Martín tenían estadios grandes y de cemento. Yo venía de Quilmes y ahí eran de tablones. Me encantó porque no me lo imaginaba. Siento que en Tucumán jugué fútbol profesional por primera vez.
Atlético Tucumán: entre desafíos y victorias, el renacimiento del "decano"- Después volviste a Buenos Aires para jugar en un grande…
- Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires, dice el dicho. Y es así, el fútbol grande está alrededor de esos clubes importantes de ahí. Lo de Racing fue un desafío muy grande; justo vino el Mundial y pasé a Inglaterra. Fue una aceleración tremenda en mi vida. Recién a la distancia veo cuan importantes fueron esos pasos, aunque en ese momento me parecía normal. Fui cumpliendo lo que sueña cualquier chico. En ese momento vos lo sentís como algo cotidiano. Tenía 26 años cuando fui campeón del Mundo, tenía la edad ideal; pienso que entre los 22 y los 30 es la mejor etapa del futbolista.
- ¿Qué pensás de tu paso por Inglaterra?
- Fue increíble lo que sucedió. Cuando viajo se acuerdan como si fuera ayer de algunos partidos. Son pequeñas regalías íntimas muy lindas, el fútbol es muy amplio. Hay cosas puntuales que el hincha no se olvida nunca más.
- ¿Cómo fue vivir la guerra de Malvinas en suelo inglés?
- Tranquilo. Los ingleses son muy respetuosos; ellos tuvieron muchos conflictos y tomaron esa guerra con una naturalidad impensada. Para ellos era un conflicto más; para nosotros, algo de vida o muerte. Mis compañeros me decían esto no es algo entre nosotros, es del Gobierno. Recibí un trato espectacular; creo que si un inglés hubiera jugado aquí no iba a ser lo mismo. Europa es muy diferente. No voy a negar que fue un momento incómodo, pero recibí un buen trato, debo admitir.
- ¿Te hubiese gustado quedarte a vivir en Europa?
- Si comparamos punto por punto, en algunos aspectos es mejor que vivir acá. Pero me gusta mi pueblo, mi campo. Siento que mi vida es aquí, sencilla, poder compartir un asado cada vez que tengo ganas con amigos. En Europa para comer un asado tenés que programarlo con un mes de anticipación. Estoy acostumbrado a esto y gracias a dios el fútbol me dio un buen pasar. Puedo disfrutar estos años de esa manera. Yo andaba a caballo y hoy lo hago en camioneta; pero en el mismo lugar, en mi pueblo. Aquí puedo ir al almacén y si no tengo efectivo le digo mañana te lo pago y no hay problema. Son tonteras pero que a mí me dan mucha paz y, en definitiva, algo muy grato.
- ¿Por qué te alejaste del fútbol?
- Pasaron casi 20 años. No lo extraño; me gusta hablar de fútbol, pero tengo pantalones largos. No juego más, fue una etapa hermosa, pero ya me alejé. En Argentina dirigí en algunos equipos, pero más que técnico tenés que ser psicólogo para entender todos los problemas que tienen los futbolistas. Argentina, a nivel clubes, es pobre. Jugué 4 años y medio en Quilmes y con lo que cobraba no me alcanzaba para vivir. Hoy, la mayoría los chicos jóvenes se van apenas tienen la posibilidad. Los clubes se empobrecen año a año más allá que unos pocos puedan generar recursos. Aquí, si no ganás un título estás en problemas.
- ¿Como ves el fútbol en el aspecto deportivo?
- Aburrido. Hoy juegan entre los centrales y el arquero y no tanto con los volantes y los puntas. No lo digo yo, hay estadísticas que marcan que un 80% de los pases son laterales o hacia atrás y el fútbol así no es vistoso. Para mí el fútbol es espectáculo, gambetear y hacer goles, si tienen que hacer 30 pases para avanzar 10 metros a mi me aburre.
- Que no haya gambeteadores, ¿es natural o estructural?
- Creo que los técnicos argentinos especulan. Perder un partido es casi como perder el trabajo y el empate te da una vida más. Los técnicos no quieren enganches, quieren jugadores trabajadores. El fútbol para mí es Messi. Pagaría una entrada para verlo a él no a uno que marca o lucha porque a eso lo puede hacer todo el mundo. Los jugadores especiales son los que concentran la atención. Por eso a Echeverri, o algún otro que tienen la picardía de la gambeta, la gente de Europa se lo quiere llevar a toda costa. Allá no se ven gambetas, pero son dinámicos. En la liga inglesa todos los partidos terminan con goles. El europeo es dinámico; van al frente, atacan, eso lo hace más lindo.
- ¿Cómo viviste el Mundial de Qatar?
- Estuve ahí; la AFA siempre invita a todos los jugadores del ‘78 y del ‘86. Por supuesto que Messi y Di María sobresalieron, pero hubo un nivel espectacular de todos los jugadores. Fue un título merecido. Los jugadores de la selección son argentinos que juegan en Europa, entonces mezclaron el talento argentino con la dinámica europea. En los últimos años, ni Brasil tiene la calidad de jugadores que tenemos nosotros. Fue un Mundial para disfrutarlo.
- ¿Te ves trabajando en algún club?
- Para nada. Sería alejarme de mi pueblo y de mis costumbres, y no creo que aparezca ninguna posibilidad que me motive a hacerlo. Vivo con mi mujer y tres de mis cuatro hijos, que después de la pandemia se mudaron para aquí. Tenemos nueve nietos; somos 19 y todos los domingos compartimos en familia.
- ¿Tenés pensado volver a visitar Tucumán?
- Ojalá que pronto. Me encantaría volver a esa cancha. Hacerlo es disfrutar de las viejas épocas y de reencontrarme con viejos amigos. Los hinchas del interior son muy especiales y me siento muy bien cuando visito la provincia.
- Aquí te recuerdan como “Dios”, ¿qué pensás del apodo?
- Es exagerado, está claro, pero es una gran satisfacción. Le doy gracias a los tucumanos por ese sobrenombre; yo siempre intenté jugar como lo sabía hacer. Creo que en algunos partidos pude hacerlos y en otro no tanto.
- ¿Qué deseo tenés para el futuro de este país?
- Ojalá los argentinos podamos vivir un poco mejor. No quiero hablar de política pero se votó un cambio y ojalá que el futuro sea mejor. Los argentinos nos lo merecemos.